Ochenta familias viven con el Jesús en la boca…
Cinco casas derrumbadas, 22 inservibles y cuarteadas del piso…
Dicen que es castigo divino los pobladores…
Elio Henríquez
Cinco casas derrumbadas, 22 inservibles y cuarteadas del piso…
Dicen que es castigo divino los pobladores…
Elio Henríquez
Unas 80 familias de ranchería Tzintul, municipio de Teopisca, viven en la zozobra desde el pasado cuatro de septiembre cuando comenzaron a aparecer grietas de varios metros de profundidad en toda la comunidad, sin que se sepan las causas.
A la fecha cinco viviendas se han derrumbado, 22 más han quedado inservibles y en otras las cuarteadoras han afectado pisos y paredes, lo que ha ocasionado que sus moradores duerman en los corredores. “Ya ni dormimos por estar velando que no nos vayan a caer la casa encima porque cada día aumentan las grietas y los hundimientos”, dijo Diega López López.
“Se están derrumbado las casas, cuarteando los terrenos y ya se acabaron los cultivos de maíz; cada vez que llueve como anoche la tierra se mueve y abre más y los postes de luz están de lado; no queremos que la tierra nos trague vivos”, añadió.
La primera casa que se cayó la madrugada del cuatro de septiembre fue la de Modesto Pérez Ruiz y luego la de su madre Guadalupe Ruiz Díaz que estaba al lado. “Aquí vivió mi papá (Domingo Ruiz López) y hace seis meses que murió me dijo: ‘Te encargo la casa, me la cuidas’, y ahora qué cuentas le voy a entregar”, dijo ella rompiendo en llanto.
“De repente nos vino este castigo, a saber por qué será. Aquí era bonito, plano, pero ahora por todos lados hay zanjas y hundimientos; mi casa se acabó en un momento. Eran las las 2 horas cuando se empezó a mover la tierra como si hubiera un temblor. Yo estaba parada y miraba cómo venía y se iba agrandando la grieta. 31 años hace que construimos esta vivienda y nunca había pasado algo igual”, agregó.
Modesto aseguró que cada día se extienden las grietas y prácticamente no hay casa –la mayoría son de adobe— que no esté afectada, lo mismo que los cultivos de maíz y los cafetales que se ha destruido. “Esta madrugada se derrumbó un árbol de roble de 30 metros cerca de una casa, y a cada rato se escuchan ruidos de hundimientos o de cuando se abre la tierra”, señaló.
Algunos de los habitantes han colocado palos y tablas en las zanjas para evitar que caigan los niños o sus pollos y gallinas, pero conforme pasan los días las grietas se vuelven más hondas y anchas. “Toda la gente está asustada y teme que se la vaya a tragar la tierra”, aseveró Aurelio Arizmendi Hernández, al tiempo de manifestar que algunas personas duermen en sus casas con las paredes y pisos cuarteados. Tres familias ya abandonaron la comunidad.
Contó que la semana pasada en la parte más baja de Tzintul donde las grietas han alcanzado hasta 15 metros de profundidad la tierra prácticamente “se tragó” un gato de Petrona Gómez que cayó y ya no pudo salir. La familia abandonó el lugar.
“Lo más triste es que llevamos tres semanas en esta incertidumbre y las autoridades no nos han dado ningún apoyo; la semana pasada vinieron y dijeron que nos iban a traer agua embotellada y despensas, pero nada”, dijo.
“Lo que queremos es que las autoridades nos reubiquen urgentemente porque ya no será posible habitar ni trabajar en esta comunidad, pues las 160 hectáreas que la integran han sido afectadas. ¿Cómo vamos a parar una casa así?”, agregó. “Y lo peor es que no tenemos nada de dinero porque somos muy pobres; no tenemos a dónde ir y cómo irnos”, abundó.
Ubicada a poco más de 50 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas, Tziltul es una comunidad marginada donde sus habitantes no cuentan con agua entubada, drenaje ni letrinas. Mediante un programa oficial, apenas el año pasado les pusieron piso firme a unas 30 casas, pero ahora está rajado o destruido totalmente.
Los pobladores contaron que Domingo Ruiz Ruiz ahorró diez años para construir su casa de block, y ya que sólo le faltaban las puertas una grieta de varios centímetros pasó por en medio y le destrozó el piso.
A la fecha cinco viviendas se han derrumbado, 22 más han quedado inservibles y en otras las cuarteadoras han afectado pisos y paredes, lo que ha ocasionado que sus moradores duerman en los corredores. “Ya ni dormimos por estar velando que no nos vayan a caer la casa encima porque cada día aumentan las grietas y los hundimientos”, dijo Diega López López.
“Se están derrumbado las casas, cuarteando los terrenos y ya se acabaron los cultivos de maíz; cada vez que llueve como anoche la tierra se mueve y abre más y los postes de luz están de lado; no queremos que la tierra nos trague vivos”, añadió.
La primera casa que se cayó la madrugada del cuatro de septiembre fue la de Modesto Pérez Ruiz y luego la de su madre Guadalupe Ruiz Díaz que estaba al lado. “Aquí vivió mi papá (Domingo Ruiz López) y hace seis meses que murió me dijo: ‘Te encargo la casa, me la cuidas’, y ahora qué cuentas le voy a entregar”, dijo ella rompiendo en llanto.
“De repente nos vino este castigo, a saber por qué será. Aquí era bonito, plano, pero ahora por todos lados hay zanjas y hundimientos; mi casa se acabó en un momento. Eran las las 2 horas cuando se empezó a mover la tierra como si hubiera un temblor. Yo estaba parada y miraba cómo venía y se iba agrandando la grieta. 31 años hace que construimos esta vivienda y nunca había pasado algo igual”, agregó.
Modesto aseguró que cada día se extienden las grietas y prácticamente no hay casa –la mayoría son de adobe— que no esté afectada, lo mismo que los cultivos de maíz y los cafetales que se ha destruido. “Esta madrugada se derrumbó un árbol de roble de 30 metros cerca de una casa, y a cada rato se escuchan ruidos de hundimientos o de cuando se abre la tierra”, señaló.
Algunos de los habitantes han colocado palos y tablas en las zanjas para evitar que caigan los niños o sus pollos y gallinas, pero conforme pasan los días las grietas se vuelven más hondas y anchas. “Toda la gente está asustada y teme que se la vaya a tragar la tierra”, aseveró Aurelio Arizmendi Hernández, al tiempo de manifestar que algunas personas duermen en sus casas con las paredes y pisos cuarteados. Tres familias ya abandonaron la comunidad.
Contó que la semana pasada en la parte más baja de Tzintul donde las grietas han alcanzado hasta 15 metros de profundidad la tierra prácticamente “se tragó” un gato de Petrona Gómez que cayó y ya no pudo salir. La familia abandonó el lugar.
“Lo más triste es que llevamos tres semanas en esta incertidumbre y las autoridades no nos han dado ningún apoyo; la semana pasada vinieron y dijeron que nos iban a traer agua embotellada y despensas, pero nada”, dijo.
“Lo que queremos es que las autoridades nos reubiquen urgentemente porque ya no será posible habitar ni trabajar en esta comunidad, pues las 160 hectáreas que la integran han sido afectadas. ¿Cómo vamos a parar una casa así?”, agregó. “Y lo peor es que no tenemos nada de dinero porque somos muy pobres; no tenemos a dónde ir y cómo irnos”, abundó.
Ubicada a poco más de 50 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas, Tziltul es una comunidad marginada donde sus habitantes no cuentan con agua entubada, drenaje ni letrinas. Mediante un programa oficial, apenas el año pasado les pusieron piso firme a unas 30 casas, pero ahora está rajado o destruido totalmente.
Los pobladores contaron que Domingo Ruiz Ruiz ahorró diez años para construir su casa de block, y ya que sólo le faltaban las puertas una grieta de varios centímetros pasó por en medio y le destrozó el piso.
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