domingo, 20 de junio de 2010

UN PEQUEÑO PARÉNTESIS

Filiberto Bedolla

Nadie puede influir tanto en los niños como nosotros los padres. Como papàs se puede ayudar y propiciar a que ellos libre e inteligentemente escojan su carrera. Y de acuerdo a sus propios intereses y habilidades se les puede apoyar con optimismo a tener confianza en sì mismos. Para el padre, no hay dìa ni hora especial para dedicarse a sus hijos. Cada dìa, desde que amanece y anochecer y hasta el final de sus dìas los hijos son su razòn de ser. Y el buen hijo, amarà y celebrarà a su padre, cada minuto y cada dìa de su vida, no cada 21 de Julio. Eso es tener conciencia de ser buen hijo y tener papà. Y ¿Qué es ser buen Papà?

Se dice que un buen papà, lo que se llama papà, es una conbinaciòn de razones y sentimientos. Es una especie de lìder y compañero, no amigo… porque un amigo jamàs tendrà autoridad sobre èl. Un papà es como una tuna que parece dura y espinosa por fuera, pero es pura y dulce en su interior. Un papà es aquèl que dà vida, crìa, acompaña y da seguridad a su hijo ofreciendo en cada flaqueza y tropiezo, no una mano firme, sino dos. El papà es el mejor maestro de la escuela de la vida, que enseña con su ejemplo, su voz y pensamiento. Enseña a sus hijos a ver languidecer el ocaso de una tarde y en en la aurora del amanecer, señala el horizonte con optimismo y confianza.
Un papà es un refugio seguro para el hijo que sufre, es un fortìn que lo protege y lo conforta de los fracasos y sinsabores de la vida. Es aquel que escucha y alienta a sus hijos en las derrotas ocacionales. Un buen papà es aquel que sabe orientar y exigir, tambien sabe decir no cuando es lo justo y sabe decir sì cuando es conveniente, aunque el hijo no comprenda todavìa.
Por eso amigos papàs; Si tus hijos son niños todavìa, algùn dìa, cuando sean suficientemente grandes para entender la lògica y razòn que motiva a los padres o ya son suficientemente grandes Diles pues, cuanto los amaste y los amas, como para preguntarles a donde y con quien ìban, y a que horas regresarìan a casa. Diles que los amaste lo suficiente, como para insistir en que ahorraran dinero de su domìngo para comprarse una bicicleta o una pelota, aunque tù como padre pudieras comprarles una.
Diles cuanto los has amado como para callarte y dejarlos descubrir que sus mejores amigos no eran realmente lo que aparentaban ser. Diles cuanto los amaste como para fastidiarlos y estar obligandolos durante algunas horas para tender su cama y arreglar su cuarto, un trabajo que a tì te hubiera tomado solamente quince minutos. Diles de lo suficiente que era tu amor, como para dejar ver tu ira, desiluciòn y làgrimas en tus ojos. Ellos tambien deben entender que los padres no somos perfectos. Diles cuanto los amaste, como para dejarlos que asumieran la responsabilidad de sus acciones, aunque los castigos eran tan duros, te rompìan el corazòn. Pero sobre todo, dales a entender de tu amor tan suficiente como para decirles que “NO” cuando sabìas que te hiban a odiar por ello. Cuèntales que esas fueron las batallas màs difìciles para tì. Y que estàs contento por haberlas ganado, porque al final tambièn las ganaron ellos. Y que tambièn cuando sus hijos sean suficientemente grandes para entender la lògica y razòn que motiva a los padres, ellos les diràn: “Te amè lo suficiente, como para hacer todo lo que hice por tì”. Si amigos; aunque los hijos sean mayores e independientes, el padre es como un guardìan preocupado en cuidar y velar por sus tesoros màs allà de la muerte. Porque un papà nùnca muere, simplemente se esfuma para continuar en otro plano viviendo y mandando en su recuerdo con sus enseñanzas. Y aunque el día del padre se festeje una vez al año… èl da todos los dìas de su vida para los suyos.

Hasta la pròxima y recuerden: “SÈ PARA TU HIJO HASTA LOS DIEZ AÑOS, SU PADRE; HASTA LOS VEINTE AÑOS, SU MAESTRO; Y, HASTA LA MUERTE, SU AMIGO.

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