domingo, 20 de junio de 2010

EN MEDIO DE LAS AMBICIONES

María del Carmen Franco García

Como sociedad hemos llegado a un grado de despersonalización que parece que no procuráramos más que la satisfacción de nuestras necesidades y la protección de nuestros intereses basados en nuestras deformaciones y de nuestros miedos.
Cuando vemos a quienes se entregan al servicio de los demás cuestionamos la legitimidad de su proceder dado que dudamos que aún existan personas altruistas. Esta reflexión viene a colación porque en la actualidad nos vemos rodeados de grupos que defienden a la naturaleza, a los animales, a la salud pública, etc. Sin embargo no encuentran mucho eco; más bien se topan con la apatía, con el egoísmo y con la indiferencia.
Así vemos que las buenas intenciones no siempre llegan a rendir los frutos deseados y se van diluyendo al paso del tiempo. Cuántas veces hemos considerado que una sociedad organizada puede hacer mucho por su progreso, sin embargo se van acrecentando el individualismo y las ambiciones personales que no propician el trabajo comunitario ni el bienestar colectivo.
Vemos además de la falta de cohesión, una gran falta de confianza en la sociedad que no le permite alinearse en un mismo sentido para alcanzar metas comunes.
Este es el mejor caldo de cultivo para los gobiernos autoritarios y centralistas; con una sociedad que no se cohesiona y con una creciente ambición personal es fácil comprar a los líderes o a los jefes de sectores a favor de sus intereses. De esta manera la sociedad queda fracturada y eso conviene a este tipo de gobernantes.
El salir a votar el día de las elecciones es un ejemplo clarísimo de este proceso: muchos votantes optan por no salir a votar y a eso le apuestan los que generalmente se imponen en el poder. Es más, compran temporalmente las credenciales de elector en las zonas donde el contrario tiene la intención del voto para así bajar considerablemente la cantidad de votos a su favor.
Es por ello que el abstencionismo conviene en gran medida a quienes aplican diversas artimañas para llegar al poder. Son los que generalmente ostentan el poder y con ello se perpetúan como dominadores.
La sociedad que no participa tiene que ajustarse a lo que deciden unos cuantos y a lo que los grupos de poder disponen. La sociedad cuestiona y critica, pero muy poco participa.
Eso de nada sirve. Así nada se resuelve, por el contrario se acrecientan los problemas y se abona a la antidemocracia.
Se necesita despertar la conciencia de la ciudadanía incrédula y apática para hacerla participar y exigir un buen desempeño de sus funcionarios, de lo contrario todo seguirá de mal en peor en un municipio que se está quedando sin salida de tantos problemas que han generado las ambiciones y la corrupción de sus autoridades y que han sido reforzados por la falta de participación ciudadana en la búsqueda de soluciones.
Se dice que nosotros somos nuestros propios destructores. Es urgente e insoslayable revertir esta tendencia que nos está llevando al caos. No puede ser que estemos dando vueltas en un mismo círculo mientras nuestro entorno es degradado y destruido por unos cuantos. Se necesita de una sociedad más pro activa y menos estática. Lo diremos hasta el cansancio y más allá del cansancio. Lo que le ha sucedido a San Cristóbal de las Casas ha sido por nuestra apatía de la cual se han aprovechado los saqueadores y no hay otra razón más que esa.
Vamos abriendo los ojos y no dejemos que una vez más nos avasallen con más de lo mismo. En nosotros está la responsabilidad de lo que aquí ocurre.
Después, para qué quejarnos.

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