domingo, 13 de junio de 2010

UN PEQUEÑO PARÉNTESIS

Muchas veces quisieramos para bien cambiar algo en nuestro diario vivir, transformar el mundo en que habitamos. Quizá con la iniciativa México se logre algo de esa transformación que necesita nuestro país y el cambio de vida de mucha gente. Pero todos… todos debemos contribuir para ese cambio. Con ideas, propuestas, iniciativas y buenas acciones, porque… eslabón con eslabón se forma una cadena. Y para que esta sea irrompible debe estar hecha con ideas, esperanzas y acciones sólidas. Y esa semilla de iniciativa para que trascienda, se debe sembrar en el corazón y la mente de nuestros hijos, de nuestros alumnos, de nuestros niños y jóvenes de todo México.

En cuestiones de sembrar, de cosechar, de heredar, de transformar y dar ejemplo. Les contaré una historia cuyo autor o autora es Ria Ellwanger. Y cuenta que hubo una vez, un hombre que todos los días en la esquina de cierto pueblito abordaba diariamente un autobús para ir a la ciudad donde trabajaba. Una parada mas adelante, una anciana subía al autobús y buscaba siempre sentarse al lado de la ventana. Luego, la anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana, siempre hacía lo mismo. Un día, intrigado el hombre, le preguntó a la anciana que era lo que tiraba por la ventana. ¡son semillas¡ contestó la anciana. ¿Semillas? ¿semillas de qué? De flores dijo la anciana, es que miro afuera y está todo vacío… Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito? Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros… ¿Cree usted que sus semillas germinarán al lado del camino? ¡Seguro que sí¡ dijo entusiasmada la anciana, Aunque algunas semillas se pierdan, algunas acabarán en la cuneta y con el tiempo, brotarán. A lo que el hombre dijo: Pero… tardarán en crecer, necesitan agua… Bueno yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia¡ La anciana siguió con su tarea… y el hombre bajó del autobús para ir a su trabajo, pensando que la anciana había perdido un poco la razón. Unos meses despues… Yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vió todo el camino lleno de flores… ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje¡ entonces se acordó de la anciana, pero hacía días no la había visto. Preguntó al conductor. ¿La anciana de las semillas? Pues, hace un mes que murió.
El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje. Las flores habían brotado, se dijo, pero ¿De que le había servido su trabajo? No ha podido ver su obra.
De repente oyó la risa de unos niños que emocionados señalaban las flores… ¡Mira papá, Mamá¡ ¡Mira cuantas flores¡ Desde entonces, dicen que aquel hombre , hace el viaje de su casa a su trabajo con una bolsa llena de semillas y se sienta al lado de la ventana y...

Si amigos… la anciana de esta historia había hecho su trabajo, la transformación que habia soñado en el paisaje, y dejó su herencia a todos los que la pudieron recibir, a todos los que pudieron contemplarla y ser mas felices.
Esta historia está dedicada a todos los que quieren ser, a todos los que sueñan un cambio, una transformación en el paisaje de su vida, de su pueblo, de su nación. Principalmente a todos aquellos maestros, educadores, que algún día, o que quizá nunca, puedan ver como crecen las flores de esas semillas llenas de esperanzas sembradas en el corazón de los niños, sobre todo de los adolecentes que llenan las aulas escolares donde imparten sus conocimientos y su consejo. Dedicada tambien a los padres de familia que son o deberían ser los grandes educadores, por que padres y maestros debemos tener presente que educar, es sembrar semillas, transformar paisajes… es enseñar caminos.

Hasta la próxima y recuerden: “EL MUNDO ESTÁ EN MANOS DE AQUELLOS QUE TIENEN EL CORAJE SE SOÑAR Y DE CORRER EL RIESGO DE VIVIR SUS SUEÑOS”

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