Filiberto Bedolla
Con la brisa fresca y el calor de primavera, empiezan ya a florecer las plantas, luciendo diversos y bellos colores. También se escuchan ya, los cantos del cenzontle, del ruiseñor y el canario. Y la leve brisa con humo de los pastizales y rastrojos que se queman para la nueva siembra, Y con ello traen el eco de voces que anuncian ciertos nombres que han de cambiar para bien o para mal las cuestiones políticas y destinos de nuestro terruño. Y con ello nuestra renovada esperanza o nuestra habitual decepción.
Sí amigos, uno de los anhelos que tiene un pueblo, es el de vivir mejor, vivir en paz y prosperar día con día. Y en esos sueños o anhelos, muchas de las esperanzas se fincan en las personas que ocupan o ocuparán el puesto de gobernantes o legisladores en el pode político de nuestro terruño. Pero casi siempre y desgraciadamente esas esperanzas se esfuman como pompas de jabón, una vez que la persona que parecía la ideal y la cual llega al puesto deseado gracias a la credibilidad de las promesas de campaña y al voto de confianza de sus simpatizantes, decepciona. Porque ya estando ahí, en el pináculo de sus propósitos, se quita la máscara que le sirvió en el carnaval político, maquillada del color de nuestra gente y adornada con gestos de ternura y comprensión. Con apariencia de preocupación por los demás y adornada también con sonrisas de buena gente y gesto humilde! Pamplinas ¡lo que esta máscara proyecta, es solamente mientras dura el carnaval.
Lo ideal sería que todos camináramos por la vida y lograr nuestros propósitos sin “máscaras”, sin engaños, sin falsas posturas, con el rostro de nuestra verdadera personalidad y proyectar nuestra verdadera identidad. Porque la mayoría de nosotros usamos máscaras en mayor o menor medida para lograr “algo”. Lo importante sería que en todo caso busquemos una máscara que vaya de acuerdo a nuestra verdadera identidad, con mínimo maquillaje, mínimas poses falsas. Con una escala de valores y ética, para que al llegar a donde queremos y podamos quitárnosla y recibir en el rostro de nuestro ser los rayos del sol del renacimiento espiritual y no el reproche y el reclamo de quienes confiaron en nosotros. Todo esto se comprende en parte, ya que la vida, el destino, muchas veces nos impone roles, actitudes y retos que tenemos que afrontar dando una imagen determinada al exterior para poder lograrlo. El reto radica entonces en tener la capacidad de diferenciar nosotros mismos cúal es nuestro verdadero rostro y cual no lo es. Ya que de no hacerlo, esa falsedad empezará a penetrar el tejido de nuestra conciencia y al final nos daremos cuenta de que estamos totalmente confundidos, cambiados y fuera de la realidad, habiendo extraviado para siempre nuestra verdadera personalidad y credibilidad de los demás hacia nosotros.
La efervescencia política por estos lares, ya apenas comienza. Y nuestra esperanza de mejorar como ciudad, como estado, como nación, así como nuestra confianza, es cada día más débil y lejana. Porque para mejorar nuestro municipio, nuestro estado y nuestra nación, necesitamos de líderes reales que posean una entrega y una permanente inconformidad que caracteriza a los verdaderos líderes y que lleva a mejorar lo que hacen y como lo hacen. Un buen gobernante o un verdadero líder es apasionado y asume riesgos en cada proyecto que inicie, al grado que parece que es lo último que va a realizar en su vida. Un verdadero líder se cuestiona sobre que es efectivamente lo que debe realizar en beneficio colectivo. Es un inconforme por naturaleza. Está orientado a la acción no a la promesa. Cambia aquello que no le gusta; es simplemente y grandemente, un realizador. No se puede aspirar a ser gobernante, legislador o líder de excelencia a menos que tenga conciencia de lo que esto significa y posea la esencia suficiente de los atributos mencionados.
Ya se comienza a escuchar nombres y se preparan las máscaras y falsas promesas para el próximo carnaval político, y si usted conoce a algún candidato (a) con estos atributos y que de máscara use su propio rostro mínimamente maquillado, no dude en elegirlo. Si no… simplemente no ha nacido, o quizá usted es un gran líder y aún no se ha dado cuenta, México entero lo necesita a gritos.
Hasta la próxima y recuerden: “NUNCA SE MIENTE TANTO COMO ANTES DE LAS ELECCIONES, DURANTE LA GUERRA Y DESPUÉS DE UNA CACERÍA”
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