María del Carmen Franco García
Con cuanta frecuencia se escucha la frasecita del “empoderamiento” de la mujer como tema que solamente huele a interés político para atraer y manipular al género femenino. Las mujeres que en estos tiempos llegan a ejercer el poder son una ridícula minoría, esa es la realidad y generalmente el costo es doblemente más alto que el de los hombres, más aun si la mujer tiene hijos y esposo.
Así es que el “empoderamiento” - y lo anoto entre comillas- en realidad no es alentado, ni promovido, ni apoyado. Más bien es ferozmente resguardado y arrebatado por los hombres, lo demás queda en discurso político, solamente algunas organizaciones civiles por los derechos de las mujeres hacen un trabajo serio al respecto. Digo arrebatado, porque cuando las mujeres alcanzan el poder, generalmente los hombres (con honrosas y contadas excepciones) se sienten vulnerados en su tradicional machismo y les aterra saber que están perdiendo lo único que les da seguridad: el poder. Y estoy hablando del poder en la casa, en la familia, en la pareja, en el trabajo y claro, en la política.
La diferencia es pues, abismal entre un hombre con poder y una mujer con poder, comenzando por que al primero se le da por tradición y a la segunda derivado de un gran esfuerzo. Por ello cada uno valora, dimensiona y ejerce el poder de muy distinta manera. El poder en el hombre es un arma y un recurso que le da seguridad personal. En la mujer lleva un sentido mucho más grande de responsabilidad y de entrega. Es importante decir que aquí también existen sus excepciones.
Lo injusto está desde la falta de participación del género femenino en los cargos de poder hasta la vergonzosa cantidad de mujeres que logran llegar a la meta. Pero además, cuando lo logran, se les aplasta y se les inquiere con una brutal alevosía. Es que el poder es para los hombres parte esencial de su vida, sin él pierden auto estima, están educados para ser servidos. Las mujeres hemos sido educadas para servir a los que nos rodean entonces no nos es necesario el poder, muchas mujeres que logran el poder, lo manejan y lo administran desde su papel de madres protectoras. Existen quienes trascienden a estos papeles culturales y logran ser mujeres claramente duras e impositivas, egoístas y hasta crueles. Pero hasta esta era son las menos.
Es por eso que estas líneas que escribo vienen a colación, ahora que una mujer encabeza la gobernanza de este municipio, y como dice el Maestro Manuel Burguete: “ganó limpiamente la elección y su triunfo fue indiscutible”. Yo agregaría, libró una ardua batalla con los riesgos que ello implica. Sin embargo, estoy cierta que muchos hombres no acaban de concebir lo que sucedió, se recrudecen pues las envidias y los resentimientos y el ataque será feroz. También dijo el Mtro. Manuel: A los presidentes municipales varones les hemos perdonado todas sus raterías y tranzas y nada ha pasado. Pero a las MUJERES no les perdonamos nada. Muy cierto Maestro. Esto no es quiere decir que debamos tolerar estas malas prácticas en hombres ni en mujeres, pero lo claro es que las mujeres somos juzgadas con mucha más dureza.
Nunca he estado dentro de grupos feministas, ni me interesa ser feminista. Sin embargo es algo muy objetivo y obvio el fenómeno de descalificación, de presión y de intolerancia hacia el poder de la mujer, a quien muchos varones le echan montón y se valen de todas las artimañas para hacerla quedar a los ojos del pueblo como tonta, como ignorante, como débil, como ilusa, o como derrochadora en los mejores casos. De tal forma que ella ni debe utilizar determinado tipo de vehículo. Vaya machismo. ¿Cual empoderamiento? Tradicionalmente cuando un presidente sube al poder en este municipio, se le da un período de gracia antes de juzgarlo; en esta ocasión veo una desesperada urgencia por juzgar duramente y descalificar de entrada, buscándole cualquier justificante.
Sin embargo y aunque no me adelanto a calificar, puedo pensar que en este período habrá SENSIBILIDAD (y es una importante garantía de justicia) en la forma de gobernar que ni por casualidad se dio en el pasado, ni se da tampoco en los que se empeñan en atacar y denostar para decepcionar al ciudadano y recuperar lo de siempre: poder y dinero. En lo personal siempre he estado en contra de ello.
Así es que, señores, por el momento tendrán que aceptar que existe ahora en San Cristóbal una PRESIDENTA MUNICIPAL, por elección popular, que seguramente gobernará con una visión humana.
Así es que el “empoderamiento” - y lo anoto entre comillas- en realidad no es alentado, ni promovido, ni apoyado. Más bien es ferozmente resguardado y arrebatado por los hombres, lo demás queda en discurso político, solamente algunas organizaciones civiles por los derechos de las mujeres hacen un trabajo serio al respecto. Digo arrebatado, porque cuando las mujeres alcanzan el poder, generalmente los hombres (con honrosas y contadas excepciones) se sienten vulnerados en su tradicional machismo y les aterra saber que están perdiendo lo único que les da seguridad: el poder. Y estoy hablando del poder en la casa, en la familia, en la pareja, en el trabajo y claro, en la política.
La diferencia es pues, abismal entre un hombre con poder y una mujer con poder, comenzando por que al primero se le da por tradición y a la segunda derivado de un gran esfuerzo. Por ello cada uno valora, dimensiona y ejerce el poder de muy distinta manera. El poder en el hombre es un arma y un recurso que le da seguridad personal. En la mujer lleva un sentido mucho más grande de responsabilidad y de entrega. Es importante decir que aquí también existen sus excepciones.
Lo injusto está desde la falta de participación del género femenino en los cargos de poder hasta la vergonzosa cantidad de mujeres que logran llegar a la meta. Pero además, cuando lo logran, se les aplasta y se les inquiere con una brutal alevosía. Es que el poder es para los hombres parte esencial de su vida, sin él pierden auto estima, están educados para ser servidos. Las mujeres hemos sido educadas para servir a los que nos rodean entonces no nos es necesario el poder, muchas mujeres que logran el poder, lo manejan y lo administran desde su papel de madres protectoras. Existen quienes trascienden a estos papeles culturales y logran ser mujeres claramente duras e impositivas, egoístas y hasta crueles. Pero hasta esta era son las menos.
Es por eso que estas líneas que escribo vienen a colación, ahora que una mujer encabeza la gobernanza de este municipio, y como dice el Maestro Manuel Burguete: “ganó limpiamente la elección y su triunfo fue indiscutible”. Yo agregaría, libró una ardua batalla con los riesgos que ello implica. Sin embargo, estoy cierta que muchos hombres no acaban de concebir lo que sucedió, se recrudecen pues las envidias y los resentimientos y el ataque será feroz. También dijo el Mtro. Manuel: A los presidentes municipales varones les hemos perdonado todas sus raterías y tranzas y nada ha pasado. Pero a las MUJERES no les perdonamos nada. Muy cierto Maestro. Esto no es quiere decir que debamos tolerar estas malas prácticas en hombres ni en mujeres, pero lo claro es que las mujeres somos juzgadas con mucha más dureza.
Nunca he estado dentro de grupos feministas, ni me interesa ser feminista. Sin embargo es algo muy objetivo y obvio el fenómeno de descalificación, de presión y de intolerancia hacia el poder de la mujer, a quien muchos varones le echan montón y se valen de todas las artimañas para hacerla quedar a los ojos del pueblo como tonta, como ignorante, como débil, como ilusa, o como derrochadora en los mejores casos. De tal forma que ella ni debe utilizar determinado tipo de vehículo. Vaya machismo. ¿Cual empoderamiento? Tradicionalmente cuando un presidente sube al poder en este municipio, se le da un período de gracia antes de juzgarlo; en esta ocasión veo una desesperada urgencia por juzgar duramente y descalificar de entrada, buscándole cualquier justificante.
Sin embargo y aunque no me adelanto a calificar, puedo pensar que en este período habrá SENSIBILIDAD (y es una importante garantía de justicia) en la forma de gobernar que ni por casualidad se dio en el pasado, ni se da tampoco en los que se empeñan en atacar y denostar para decepcionar al ciudadano y recuperar lo de siempre: poder y dinero. En lo personal siempre he estado en contra de ello.
Así es que, señores, por el momento tendrán que aceptar que existe ahora en San Cristóbal una PRESIDENTA MUNICIPAL, por elección popular, que seguramente gobernará con una visión humana.
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