domingo, 10 de octubre de 2010

PEDRO ÁNGELES JIMÉNEZ: EL PEOR RIESGO ES IGNORAR EL PATRIMONIO ESCULTÓRICO Y CULTURAL

Elio Henríquez

El patrimonio cultural en general siempre corre peligro si no se le estudia, si no se le concede el valor que tiene y si no se le pone atención, afirmó el historiador Pedro Ángeles Jiménez, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“El peor riesgo que tiene el patrimonio escultórico o de otro tipo es que sea ignorado, y en nosotros está que no lo sea”, dijo en entrevista, luego de haber dictado la conferencia magistral titulada “Aproximaciones a la escultura de la Nueva España” en días pasados en las instalaciones de la Fundación Cultural “Mario Uvence”, en esta ciudad.
Señaló que últimamente la cultura novohispana que se encuentra en México ha estado recibiendo la atención de diferentes especialistas como Jorge Alberto Manrique, Pablo Amador, Consuelo Maquivar, Patricia Díaz Cayeros y Grabriela García Lascurain, quienes “la han estado estudiando a mucha mayor profundidad de lo que la habíamos podido estudiar en tiempos anteriores”.
Reconoció que la escultura tiene “una serie de problemas de conservación muy importantes, pero el saldo es positivo porque estamos participando en proyectos de catalogación que nos van a permitir conocer y abocarnos con mucha mayor precisión a esta manifestación tan importante del arte novohispano”.
Ángeles Jiménez comentó que no existe un catálogo de piezas escultóricas de esa época, pero dijo que son muchas piezas, y como muestra mencionó que sólo en tres de los muchos templos que tiene San Cristóbal: la Catedral, Caridad y Santo Domingo encontró durante un recorrido 35 obras del mayor interés artístico y estético patrimonial.
Manifestó que cada vez son mayores los esfuerzos para divulgar el acervo cultural en el país y en esa medida se espera que el patrimonio reciba cada vez mayor atención.
En su ponencia dijo que la escultura, lo mismo que la pintura, tiende a moderar efectos de emoción. “Las imágenes escultóricas en el entorno de la Nueva España eran funcionales no sólo porque podían servir a retablos sino porque también tenían que servir a la fe y a las creencias de la gente, y entonces algo que podía ser un alma de madera revestida con oro con colores, podía cobrar dimensiones absolutamente distintas, lo mismo representaciones de Cristo hasta obras verdaderamente maestras donde la sangre va cobrando un protagonismo extraordinario”.
Abundó: “Ver un Cristo lleno de sahumerios en una procesión de Semana Santa, por ejemplo, es muy diferente a apreciarlo en un entrono museístico. Y esto es algo que transforma a esa imagen con alma de madera en una imagen vital, real, que funciona para la fe de quienes contemplan y creen en lo que transmiten las imágenes, las cuales llegan a vivir de modos que a veces no nos imaginamos, pero también llegan a verse creaciones extraordinarias”.
Ante medio centenar de personas que acudió a escucharlo, el especialista aseguró que “la escultura forma parte de un entramado cultural extraordinario y terriblemente complejo que proviene de la Nueva España y todavía tiene algo que decirnos”.
Sostuvo que la escultura “de veras que es difícil de comprenderla, porque tiene una materialidad extraordinariamente compleja que la genera; nosotros tenemos escultura lo mismo en la argamasa que en madera, en piedra, los mismos sistemas de organización escultórica que van hacia las fachadas y exteriores y hacia los interiores que se organizan en el territorio de espacios y de elementos que nunca están aislados”.
Añadió: “Cuando vemos en un museo una escultura aislada corremos el riesgo de no comprender que ella obedecía a un fenómeno completamente distinto”.
Indicó que inclusive “a veces también corremos el riesgo de considerar que el efecto o el entorno en el que fue creada, que es una relación artística desde nuestro punto de vista… podríamos usarlo para el de la sociedad que la creó; la sociedad que la creó lo animaba a partir de la organización de los talleres artesanales y si hoy día nosotros podemos hablar de arte es porque nuestra concepción nos permite mirar hacia atrás y ver a esas manifestaciones como objetos artísticos, como patrimonio, como legado”.
Subrayó: “Miguel Ángel creó al David pero a una escultura novohispana muy probablemente habían intervenido en un proceso de producción diferentes entidades, diferentes talleres, diferentes manos y a su vez éstas eran entregadas pensemos a un retablista que había creado la traza pero la madera y el ensamblaje y el montado del retablo eran responsabilidad de un grupo muy amplio de persona y el dorado del retablo también; entonces estamos frente a una multidiciplinal deidad real no ficticia en donde la escultura deja de ser un objeto aislado en el espacio y se tiene que contextualizar con el entorno completo”

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