José Luis Castañón Helgueros
ME LLEGÓ EN UN CORREO ELECTRÓNICO, PERO NO SE QUIEN ES EL AUTOR; LO QUE SI SE, ES QUE REFLEJA PARTE DE MI VIDA EN ESTA MARAVILLOSA PROFESIÓN Y LO COMPARTO.
El geólogo es un ser con distintas personalidades, porque en esta profesión se conjugan en una misma persona, facetas que se antojan difíciles de compatibilizar: El campo con la ciudad, la naturaleza con la sociedad, el bullicio con la soledad y las rocas con la realidad.
El geólogo parece frío y calculador, aunque en el fondo es un bohemio soñador. Lo encuentras en el avión comiendo los mejores manjares y bebiendo el vino de ocasión y algunas horas después, bebiendo agua del arrollo con tepocates y unas galletas con sardina.
Mezcla de científico con aventurero. Pragmático y viajero, preocupado y despreocupado. Apasionado incurable, ermitaño irremediable.
El geólogo es naturalista por vocación, aunque disfruta del fútbol, un libro o la televisión. Antisociable y gruñón, irónicamente le gusta la fiesta, el vino y los amigos en reunión. Extrovertido en su actitud, pero prefiere el silencio y la quietud. Aparenta ser tosco, rudo y machista, aunque tiene sensibilidad de artista. Se emociona al hallar un fósil o un mineral, pero lo hace llorar la alegría de su hijo al verlo regresar, lo mismo que al verlo marchar.
El geólogo lleva múltiples pasiones en sus intimidades, con ellas trata de nivelar sus angustias y necesidades, las dolencias, las frustraciones y las voluntades. Con ellas medio soporta la soledad interminable, o el cansado traqueteo de una mular o agobiante jornada en solitario caminar. La desazón de dejar la familia, los amigos y el cómodo sillón.
Prescindir de las fechas, fiestas y cumpleaños y nunca salir en fotos familiares o sociales para dedicarle al campo su energía y sus mejores años. Ausentarse largos períodos por un salario variable o fijo, demasiado tiempo para no ver a sus hijos. Y cuando está tranquilo en su casa con los que ama, siempre está pensando en volver.
El campo es su laboratorio, unas rocas le sirven de amigos, la carpa o el tráiler es su oficina, allí le pone el cuerpo al clima. Sobrevive en el desierto, en la selva o en el hielo. Duerme en un catre, en una lona o en el suelo, se aguanta el frío y la aridez, el viento y la tierra, le da lo mismo el calor, si llueve o si nieva.
El geólogo se desempeña en toda nuestra geografía. En el frente de una cantera o en el fondo de una mina, en un dique o en una montaña. En Sonora o en el Popo, en el Aconcagua o en la Patagonia. En la excavadora o junto a una máquina de perforar. Y cuando está en el laboratorio o en la oficina, añora el campo con su dosis de adrenalina. Y cuando vuelve cansado o estresado, extraña el descanso bajo un cielo estrellado, con la mirada extasiada frente al arroyuelo cristalino o el fogón.
El geólogo es multifacético por necesidad, le hace a todo oficio ante la adversidad. Escalador, montañista, mecánico, electricista, carpintero, capataz, muestrero, fotógrafo, cantor, guitarrero, matemático, dibujante, informático, naturista, poeta, psicólogo, cocinero y curandero.
Muchos geólogos dieron la vida por esta arriesgada profesión: Un desplome en la mina por una inesperada explosión. Un barranco traicionero por escapar del aguacero. Un vuelco en el camino por mirar una estrella. Una descompensación en altura por trabajar con premura. Un accidente caprichoso por un descuido azaroso. Una grieta, un derrumbe o una nevada fueron su última morada.
Así es el geólogo, mi amigo, muchos personajes lleva consigo.
Y si tienes ganas, a brindar te obligo, por ese geólogo que siempre llevas contigo.
SALUD!
El geólogo es un ser con distintas personalidades, porque en esta profesión se conjugan en una misma persona, facetas que se antojan difíciles de compatibilizar: El campo con la ciudad, la naturaleza con la sociedad, el bullicio con la soledad y las rocas con la realidad.
El geólogo parece frío y calculador, aunque en el fondo es un bohemio soñador. Lo encuentras en el avión comiendo los mejores manjares y bebiendo el vino de ocasión y algunas horas después, bebiendo agua del arrollo con tepocates y unas galletas con sardina.
Mezcla de científico con aventurero. Pragmático y viajero, preocupado y despreocupado. Apasionado incurable, ermitaño irremediable.
El geólogo es naturalista por vocación, aunque disfruta del fútbol, un libro o la televisión. Antisociable y gruñón, irónicamente le gusta la fiesta, el vino y los amigos en reunión. Extrovertido en su actitud, pero prefiere el silencio y la quietud. Aparenta ser tosco, rudo y machista, aunque tiene sensibilidad de artista. Se emociona al hallar un fósil o un mineral, pero lo hace llorar la alegría de su hijo al verlo regresar, lo mismo que al verlo marchar.
El geólogo lleva múltiples pasiones en sus intimidades, con ellas trata de nivelar sus angustias y necesidades, las dolencias, las frustraciones y las voluntades. Con ellas medio soporta la soledad interminable, o el cansado traqueteo de una mular o agobiante jornada en solitario caminar. La desazón de dejar la familia, los amigos y el cómodo sillón.
Prescindir de las fechas, fiestas y cumpleaños y nunca salir en fotos familiares o sociales para dedicarle al campo su energía y sus mejores años. Ausentarse largos períodos por un salario variable o fijo, demasiado tiempo para no ver a sus hijos. Y cuando está tranquilo en su casa con los que ama, siempre está pensando en volver.
El campo es su laboratorio, unas rocas le sirven de amigos, la carpa o el tráiler es su oficina, allí le pone el cuerpo al clima. Sobrevive en el desierto, en la selva o en el hielo. Duerme en un catre, en una lona o en el suelo, se aguanta el frío y la aridez, el viento y la tierra, le da lo mismo el calor, si llueve o si nieva.
El geólogo se desempeña en toda nuestra geografía. En el frente de una cantera o en el fondo de una mina, en un dique o en una montaña. En Sonora o en el Popo, en el Aconcagua o en la Patagonia. En la excavadora o junto a una máquina de perforar. Y cuando está en el laboratorio o en la oficina, añora el campo con su dosis de adrenalina. Y cuando vuelve cansado o estresado, extraña el descanso bajo un cielo estrellado, con la mirada extasiada frente al arroyuelo cristalino o el fogón.
El geólogo es multifacético por necesidad, le hace a todo oficio ante la adversidad. Escalador, montañista, mecánico, electricista, carpintero, capataz, muestrero, fotógrafo, cantor, guitarrero, matemático, dibujante, informático, naturista, poeta, psicólogo, cocinero y curandero.
Muchos geólogos dieron la vida por esta arriesgada profesión: Un desplome en la mina por una inesperada explosión. Un barranco traicionero por escapar del aguacero. Un vuelco en el camino por mirar una estrella. Una descompensación en altura por trabajar con premura. Un accidente caprichoso por un descuido azaroso. Una grieta, un derrumbe o una nevada fueron su última morada.
Así es el geólogo, mi amigo, muchos personajes lleva consigo.
Y si tienes ganas, a brindar te obligo, por ese geólogo que siempre llevas contigo.
SALUD!
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