domingo, 25 de abril de 2010

ALIDA GUADALUPE CALVO: MI SUEÑO ES SER CARPINTERA Y LO SERÉ


Desde niña me llamaba la atención este oficio…

Estoy en el taller Juan Benito Artigas…

Pondré mi propio taller de carpintería…

Elio Henríquez

Alida Guadalupe Calvo Gómez tiene 19 años y desde que era niña le llamaba la atención la carpintería, oficio poco común entre las mujeres. Uno de sus sueños es poder hacer muebles de madera con sus propias manos.

Ella es una de los 70 alumnos que desde un mes y medio estudian en la escuela taller “Juan Benito Artigas”, creada en esta ciudad para preparar a jóvenes en seis oficios diferentes, uno de ellos la carpintería.

“Estoy feliz”, resume la joven indígena originaria de la ranchería Chishté, municipio de Huixtán, que dejó el hotel donde estaba trabajando para incorporarse a la escuela taller, donde ahora está aprendiendo a hacer puertas de madera. “¡Me en canta!”.

En su comunidad terminó sus estudios de primaria y luego se mudó a San Cristóbal de Las Casas, donde concluyó la secundaria y la preparatoria.

Agrega: “Desde un principio, desde que era niña me gustaba mucho la carpintería. Me gusta hacer muebles. Me gusta bastante, y ya que tuve esta oportunidad la voy a aprovechar. Estoy feliz”.

Explica que por lo pronto ella y sus compañeros están practicando el labrado de madera e incluso su maestro ya les enseñó a hacer los famosos pechos de paloma, muy comunes en las casas de San Cristóbal.

“Si le pongo empeño saldré como una buena carpintera, estoy segura, porque el maestro es buena gente y enseña mucho”, dice, al reconocer que el suyo es un caso “casi único” porque “es cierto no hay muchas mujeres que se dediquen a la carpintería”.

Pero ella, insiste, está “decida a ser carpintera”, y sólo eso sino a poner su propio taller de carpintería cuando egrese dentro de dos años. “¿Lo que más me gustaría hacer? Creo que un ropero”.

Calvo Gómez cuenta sus padres eran campesinos pero ya viven en San Cristóbal de Las Casas, donde algunos de sus tíos son carpinteros. “Cuando era chica le ayudaba a mi tía y ahí empecé a ver cómo trabajaban la carpintería y me di cuenta que me gustaba, aunque desde antes ya lo sabía”.

Ella es de los últimos de los siete hijos que procrearon sus padres; algunos de sus hermanos trabajan en una caja de ahorro o como meseros en restaurantes de esta ciudad, una de las más visitadas por el turismo en todo el país.

Concluye: “Nunca he practicado ni trabajado en la carpintería, hasta hoy que estoy aquí, y estoy muy feliz”.

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