María del Carmen Franco García
Vamos a hacer durante los próximos días una pausa en el cotidiano ir y venir, en la monotonía de nuestra rutina. Tendremos unos días de descanso, de relax y una opción para que en unión familiar revivamos la esencia de nuestra historia que convertida en tradición se resiste a la extinción.
Los San Cristobalenses con más arraigo siguen fielmente las normas religiosas que dictan que la Semana Santa son días de guardar. Se debe hacer un ayuno por lo menos parcial, se debe orar, se debe tener una actitud introspectiva y se debe privilegiar la armonía y el respeto.
Sin embargo los primeros disidentes son los jóvenes, quienes prefieren reunirse en el parque central o en los “antros”, mismos que de unos meses a la fecha se han multiplicado de manera indiscriminada.
Si usted pasea por el centro histórico podrá dar cuenta de la alarmante cantidad de estos lugares recientemente abiertos y que dan entrada a menores de edad, mismos quienes en su mayoría salen visiblemente intoxicados. Es triste ver las escenas que protagonizan estos jóvenes, ya sea en grupo o en parejas, lo cierto es que dan espectáculos degradantes, hasta se duermen en las banquetas.
El negocio de las licencias para apertura de estos “antros” es jugoso.
La Semana Santa es también aquí la Semana Cultural y es cuando las actividades artísticas y culturales deben ser primordiales, lo cual está muy lejos de la realidad.
Los turistas generalmente “abarrotan” la ciudad, aunque ante la contingencia sanitaria que el año pasado se dio en nuestro estado, no logramos rescatar (ni vemos que se logre pronto) la visita de los grandes grupos de turistas internacionales. Sin embargo, ya podemos ofrecer SAMS a nuestros visitantes. Menudo atractivo que dicen ahora tenemos.
Las verdaderas tradiciones San Cristobalenses van perdiendo la fuerza y el poder de unir a la ciudadanía y a las familias. En cambio van ganando terreno los “antros” y los “centros nocturnos”, como esos que están cerca del panteón y que no se han retirado del área, por el contrario, han abierto más recientemente, por aquello de que “todo lo que diga será al revés” en cuanto a las promesas del alcalde.
El caos vial en este centro histórico es angustiante. En esta época se agudiza aún más el problema. Lo rescatable de esta semana es la tradición católica con sus actividades.
En cuanto a la semana de feria, vemos un derroche abusivo de dinero sin que signifique acercar a la gente a la buena música, al buen teatro o por lo menos al disfrute de la ciudadanía en familia, ofreciéndole actividades recreativas para niños y jóvenes, festivales, tradiciones culturales de la región altos, etc.
La feria se ha concretado a los artistas comerciales de medio pelo y sus “engordadas“facturas que el promotor artístico maneja directamente con el que manda. No hay una consulta a la ciudadanía de los diferentes sectores para saber qué actividades proponen y que artistas quisieran admirar en vivo.
El asunto de la mega comida del recuerdo es un mega negocio privado como lo son las corridas de toros y muchas otras actividades de negocio netamente familiar. Nos dijo por la radio la primera dama que Vicente Fernández “se llevaría” 4 millones y eso es falso de toda falsedad. Ahora a través del internet podemos saber cuánto cobra el señor. Promediando el costo de la comida, mobiliario, meseros y sonido, pero descontando el ingreso por venta de licores, se obtiene un dato aproximado de la utilidad que dejaría este negocio y que desconoceremos pero supondremos el destino de dicha utilidad, porque ya nos dijo la dama que quedarán “tablas”, si bien les va. Pero muchos ya pagaron y otros están juntando los 25 mil para comprar su lugar y su comida que será servida entre 2 mil quinientas personas y así cooperarán con la “causa”.
Una Semana Santa y Feria de San Cristóbal entre tumultos es lo que se ve llegar, la tradición casi se extingue y es rebasada por lo actual que es el marketing y el negocio. Sin embargo cualquiera que sea nuestra religión e ideología, los ciudadanos de San Cristóbal podemos todavía promover nuestros valores culturales, hagamos lo posible por rescatarlos e inculcarlos a nuestros hijos.
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