domingo, 19 de diciembre de 2010

TEJEDORAS INDÍGENAS GANAN PREMIO NACIONAL DE CIENCIAS Y ARTES


Hace 18 años de fundó esta agrupación…
Esperan que con la publicidad que les da el premio las busquen más…
Actualmente integran al grupo 140 tejedoras…
Elio Henríquez

Más que el beneficio directo de los 600 mil pesos que recibieron por el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de tradiciones populares, las Tejedoras de San Andrés Larráinzar esperan que el reconocimiento se traduzca en el incremento de sus ventas, pues el parador que tienen en este lugar es poco visitado.
“Si no fuera porque nos invitan a ir a vender a la ciudad de México, a Monterrey o a Aguascalientes, nos quedaríamos con la mercancía en el parador”, afirma la indígena Pascuala Ruiz Ruiz, quien hace 18 años fundó el grupo.
“Ojala después de este premio y la publicidad que se está haciendo vengan bastantes compradores porque la situación está un poco difícil y son los únicos ingresos que tenemos para mantener a nuestros hijos y para comprar un poco de los alimentos”, agrega en entrevista la mujer de 52 años que tuvo diez hijos, seis varones y cuatro mujeres.
“Sí, son muchos hijos”, dice riendo, sin recordar cómo nació la idea de organizarse hace 18 años para vender las artesanías que producen, principalmente textiles. “Tal vez fue por la necesidad”. Abundó: “Quería vender y junté a las mujeres. Ha funcionado porque muchas se dedican a trabajar así y están contentas”.
Cuando inició, el grupo aglutinaba alrededor de 300 mujeres indígenas de diez comunidades de este municipio tzotzil ubicado a menos de una hora de San Cristóbal de Las Casas, pero se dividió y ahora son 140. “Cada quien agarró su rumbo”.
Asevera que desde hace unos cinco años las autoridades estatales construyeron un parador en la entrada de la cabecera municipal, junto a un hospital y al campamento que desde 1994 tiene el Ejército Mexicano en San Andrés, sede de los diálogos entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1995 y 1996.
El parador denominado Pasluchetic (tejedoras en tzotzil) tiene varios locales, pero sólo están ocupados seis por igual número de grupos de tejedoras; es atendido por cinco o seis mujeres, que mientras esperan la llegada de clientes bordan o brocan piezas.
La mayoría de las integrantes del grupo trabaja en sus casas y cuando termina las piezas las trae a los locales de sus respectivas organizaciones, donde se encuentran huipiles, tapetes, telares, faldas, bolsas, vestidos y manteles. En este municipio son muchos los grupos que se dedican a esta labor y venden sus productos aquí, en San Cristóbal o en otros lugares.
Orgullosas del premio que recibieron el 24 de noviembre en la ciudad de México, las cuatro mujeres que asistieron a la ceremonia: Pascuala, Cristina Hernández Hernández, Abigail Hernández Gómez y Crsitina Hernández López, posan alegras mostrando el reconocimiento en casa de la primera, ubicada cerca de la plaza central de San Andrés.
En el parador, Faustina Díaz Díaz, presidenta de las Tejedoras de San Andrés, afirma que en este y otros municipios las mujeres tejen y bordan por tradición y por necesidad pero también porque es un trabajo que les provoca paz espiritual durante las horas que pasan sentadas.
“Estoy contenta de ser tejedora, mi corazón está tranquilo, además de que así conservamos nuestras costumbres y tradiciones”, asegura la presidente del grupo, que por motivos de salud no pudo viajar a la capital del país para asistir a la ceremonia de premiación el pasado 24 de noviembre.
Comenta que todavía no han decidido cómo van a invertir los 600 mil pesos del premio que recibieron de manos del presidente Felipe Calderón. “Nos vamos a reunir para pensar qué vamos a hacer; talvez vamos a comprar hilo para bordar y tejer”.
Pascuala indica que ganaron el premio —que también fue entregado a artesanos de Baja California—, con un huipil y unas bolsas que se confeccionan en este municipio. Fabricar uno huipil de colores negro y rojo les lleva dos meses y lo venden en 950 pesos en el parador que tienen en este lugar.
Manifiesta que como a las demás mujeres tejedoras a ella le gusta bordar —lo hace desde hace más de 40 años— “porque es nuestra ropa que usamos todos los días, pero también por la necesidad para ganar un poco de dinero”.
Concluye: “Cuando bordo siempre estoy pensando si voy a vender la pieza que estoy haciendo; poco a poco va saliendo la mercancía pero hace falta venta. Donde se vende bien es en la ciudad de México, pero esperamos que con el premio la gente se acerque a nuestro parador en San Andrés.

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