En un camino de terracería, caminaba un niño con su padre. De repente el señor se detuvo bruscamente antes de llegar a una curva y después de un breve silencio le preguntó a su pequeño hijo: “Además del cantar de los pájaros y el mugir del ganado y el ladrar de los perros, ¿escuchas alguna cosa más? El niño agudizó sus oídos y segundos después respondió: “Estoy escuchando el ruido de una carreta” “Eso es” dijo el padre del niño, es una carreta vacía. ¿Cómo sabes que está vacía Si no lo hemos visto todavía? Preguntó el niño a su padre. Entonces el señor respondió: “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía a causa del ruido. Cuando más vacía está, más ruido hace”.
Este relato me hace pensar y compararlo con aquellas personas que buscan reconocimiento y anuncian a los cuatro vientos de sus logros. A esas personas que exhiben y presumen con ostentosidad lo que tienen. Aquellas personas que hablan demasiado, interrumpiendo la conversación, que son inoportunas en todo momento. A aquellas personas prepotentes que hacen de menos a la gente. A las que critican la labor de otras personas pero no demuestran con hechos que pueden hacerlo ellos mejor. A todas ellas me viene luego a la mente que: “Cuando más vacía está la carreta, mayor ruido hace”. Porque nadie está más vacío que aquel que está lleno de “Yo mismo”, De “yo soy”, “yo fui” “yo hice”, “yo vencí”. “yo dì”. Etc. Etc.
El mayor valor de una persona consiste en la humildad de callar sus virtudes y permitirles a los demás descubrirlas. Y… lo que es cierto amigos y no lo olviden, es que existen personas tan pobres y tan vacías que lo único que tienen es dinero y necesidad de ser muy populares, produciendo mucho ruido de su alma tan vacía.
La humildad amigos… es como lluvia serena y mansa que te empapa y llega hasta las raíces del alma y la mente para refrescar y nutrir los hechos y pensamientos.
Hasta la próxima y recuerden: “LA VERDADERA HUMILDAD CONSISTE EN ESTAR SATISFECHO CON UNO MISMO Y CALLAR”. (Henry F.)
En un camino de terracería, caminaba un niño con su padre. De repente el señor se detuvo bruscamente antes de llegar a una curva y después de un breve silencio le preguntó a su pequeño hijo: “Además del cantar de los pájaros y el mugir del ganado y el ladrar de los perros, ¿escuchas alguna cosa más? El niño agudizó sus oídos y segundos después respondió: “Estoy escuchando el ruido de una carreta” “Eso es” dijo el padre del niño, es una carreta vacía. ¿Cómo sabes que está vacía Si no lo hemos visto todavía? Preguntó el niño a su padre. Entonces el señor respondió: “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía a causa del ruido. Cuando más vacía está, más ruido hace”.
Este relato me hace pensar y compararlo con aquellas personas que buscan reconocimiento y anuncian a los cuatro vientos de sus logros. A esas personas que exhiben y presumen con ostentosidad lo que tienen. Aquellas personas que hablan demasiado, interrumpiendo la conversación, que son inoportunas en todo momento. A aquellas personas prepotentes que hacen de menos a la gente. A las que critican la labor de otras personas pero no demuestran con hechos que pueden hacerlo ellos mejor. A todas ellas me viene luego a la mente que: “Cuando más vacía está la carreta, mayor ruido hace”. Porque nadie está más vacío que aquel que está lleno de “Yo mismo”, De “yo soy”, “yo fui” “yo hice”, “yo vencí”. “yo dì”. Etc. Etc.
El mayor valor de una persona consiste en la humildad de callar sus virtudes y permitirles a los demás descubrirlas. Y… lo que es cierto amigos y no lo olviden, es que existen personas tan pobres y tan vacías que lo único que tienen es dinero y necesidad de ser muy populares, produciendo mucho ruido de su alma tan vacía.
La humildad amigos… es como lluvia serena y mansa que te empapa y llega hasta las raíces del alma y la mente para refrescar y nutrir los hechos y pensamientos.
Hasta la próxima y recuerden: “LA VERDADERA HUMILDAD CONSISTE EN ESTAR SATISFECHO CON UNO MISMO Y CALLAR”. (Henry F.)
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