EN LA GLOBALIZACIÓN TAMBIEN ENTRAN CADAVERES.
Desde hace unas décadas, pero mas de 5 años para acá San Cristóbal se ha vuelto un centro cosmopolita del turismo. Hippies, investigadores, jubilados, profesores, estudiantes, mochileros etc. A diario vemos ríos de turistas de cada rincón por mas lejano que sea de este planeta tierra, turisteando caminando en los andadores, mientras que otros queriendo quedarse mas tiempo abren comercios como bares, panaderías o de artesanías etc. Ya contamos con restaurantes que elaboran comida de Israel, Líbano, la India, China, Japón, Argentina, los Estados Unidos, Francia, Brasil, España, Tailandia y cualquier cantidad de pizzerías italianas. Grupos de jóvenes de todas partes vienen a trabajar de voluntarios en las ONGs, a ganándose la vida al tocar un instrumento musical a cambio de monedas, a servir de meseros, a hacer joyería de ámbar, plata y cobre o a vender dulces en los andadores. Un Babel de idiomas, usos y costumbres en las calles de esta antañona ciudad, que fue majestuosa capital de Chiapas, hoy irreverentemente tratada por los poderes del gobierno aldeano.
A demás de esta inundación de extranjeros jóvenes, también llegan adultos mayores: entre ellos muchos jubilados y pensionados buscando quedarse varios meses o ya de plano con la intención de radicarse aquí para siempre. Los ricos compran casas y las convierten en hotelitos de lujo, mientras que los pobres, amarrados a una modesta pensión, se hospedan en pensiones baratas, o pequeñas habitaciones que contratan por mes en nuestra ciudad. Aquí se quedan, hasta… ¿qué? Pues, van hacia donde va todo ser humano, coleto o fuereño: a la muerte. Es obvio que la mortalidad de extranjeros en lugares como San Cristobal de Las Casas se puede presentar en algún momento sea por causas naturales por una enfermedad crónico degenerativa, o un lamentable accidente. Los hoteleros y hospedajes deben de saber que cada vez esta ciudad es mas visitada por personas que viajan a veces solas sabiendo que los fuereños que sufren de enfermedades crónicas graves, por las que vienen tomando tratamientos médicos complicados.
Sucedió que hace unos días un enfermo adulto mayor norteamericano de origen ruso llegó hace un mes a San Cristóbal en autobús desde Cancún. Joseph, que así se llamaba, había dejado atrás a su patria y a sus hermanos, cargando toda su vida en dos maletas y viviendo de la pensión que da el gobierno gringo a los viejitos. Diabético, cardiaco, con enfisema e insuficiencia renal, Joseph salió de Cancún con una pequeña lesión diabética en el dedo gordo del pie. Al llegar aquí, después de veinte y tantas horas en camión con los pies colgados abajo, la lesioncita se había convertido en una grande, enorme y pestilente llaga que abarcaba la mitad del pie derecho. Joseph pagó unas noches en una posadita, pero al cabo de unos días, la dueña lo encontró inconsciente en coma diabético, el pie espantosamente fétido, y lo mandó en la Cruz Roja al Hospital Regional de esta ciudad.
Allí estuvo tres semanas, pero no aceptaba los tratamientos, las medidas radicales que estaban indicadas ante una lesión ulcerosa profunda e infectada, mal oliente llamada Complejo de Pie Diabético con Ulcera Wagner tipo IV, que requería la amputación de pie, quizás hasta arriba de la rodilla. Sabedor el turista del número y gravedad de sus enfermedades, antes de salir de su país había firmado documentos en ingles llamados 1. “Deseos ante la Enfermedad” y otro de 2. “Instrucciones para después de la muerte” con los que andaba en su maleta. Ante la falta de poder comunicarse ampliamente con doctores y enfermeras y después de tres semanas de internamiento tuve la oportunidad de conocerle, y me lleve una muy grata sorpresa: un hombre culto, amable, con gran sentido del humor y decidido a sobrellevar con valentía cualquier desenlace que hubiera, aun la muerte misma.
Lo traslade a otro pequeño sanatorio particular donde vivió una semana mas, con cuidados paliativos, medidas de sostén y sólo los medicamentos básicos para su vida, todo el tiempo se resistió a las medidas drásticas y los métodos invasivos. Nos pidió morir una muerte digna, sin dolor y en la comodidad de su cuarto en el “Hospitalito de Caridad”.
Luego vino la parte de comunicación, llamadas a la Embajada, despedida de sus familiares por teléfono, llanto y plegarias de parte de ellos, temple y firme decisión de parte de él. Al contrario de lo que muchos piensan, no todos los estadounidenses, los gringos, y europeos son unos millonarios llenos de paga, no no es así, sufren escasez, penurias igual que cualquiera y sus familiares, por más que lo extrañaban, no tenían los recursos para venirlo a acompañar. En ese trance, Joseph agradecía los rezos de las monjas y la oportunidad de confesarse con un sacerdote, y así, con serenidad y confianza en Dios, le llegó la muerte.
Me tocó también la parte de la Funeraria, asumir las decisiones, la carroza fúnebre, la cremación y el envió de cenizas a su tierra, que es en lo que estamos ahora. La Embajada estadounidense está facilitando la comunicación entre la familia y la funeraria para que las cenizas de Joseph puedan emprender la peregrinación de vuelta al seno de su familia, para esparcirse en el jardín de su querida hermana que le llora y extraña.
Se agradece al personal del Hospital Regional la atención y apoyo, al “Hospitalito de Caridad” por su comprensión para permitirle al paciente estando internado su última voluntad en forma digna, y a la “Funeraria La Piedad” por los diligentes y amables servicios para el manejo del cadáver hasta su cremación y próximo envío de cenizas con su familia a su país.
Cada vez San Cristobal va a ir acostumbrándose convivir mas con extranjeros, a atender una serie de casos similares pues en unos meses me dicen en la funeraria han muerto por muerte natural varios, viajando en el autobús por Oxchuc camino de Palenque una turista europea, en su habitación de un hotel otro turista israelí, y en diferentes partes varios estadounidenses. En la medida que esta ciudad se vuelve más cosmopolita y recibe a cientos de turistas extranjeros, en esa medida también está aprendiendo a lidiar con procesos de salud, enfermedad y muerte de personas de otros países y continentes. Finalmente “Uno es todo el Genero Humano” lo dijo Monseñor Flores ¿se acuerdan?
A demás de esta inundación de extranjeros jóvenes, también llegan adultos mayores: entre ellos muchos jubilados y pensionados buscando quedarse varios meses o ya de plano con la intención de radicarse aquí para siempre. Los ricos compran casas y las convierten en hotelitos de lujo, mientras que los pobres, amarrados a una modesta pensión, se hospedan en pensiones baratas, o pequeñas habitaciones que contratan por mes en nuestra ciudad. Aquí se quedan, hasta… ¿qué? Pues, van hacia donde va todo ser humano, coleto o fuereño: a la muerte. Es obvio que la mortalidad de extranjeros en lugares como San Cristobal de Las Casas se puede presentar en algún momento sea por causas naturales por una enfermedad crónico degenerativa, o un lamentable accidente. Los hoteleros y hospedajes deben de saber que cada vez esta ciudad es mas visitada por personas que viajan a veces solas sabiendo que los fuereños que sufren de enfermedades crónicas graves, por las que vienen tomando tratamientos médicos complicados.
Sucedió que hace unos días un enfermo adulto mayor norteamericano de origen ruso llegó hace un mes a San Cristóbal en autobús desde Cancún. Joseph, que así se llamaba, había dejado atrás a su patria y a sus hermanos, cargando toda su vida en dos maletas y viviendo de la pensión que da el gobierno gringo a los viejitos. Diabético, cardiaco, con enfisema e insuficiencia renal, Joseph salió de Cancún con una pequeña lesión diabética en el dedo gordo del pie. Al llegar aquí, después de veinte y tantas horas en camión con los pies colgados abajo, la lesioncita se había convertido en una grande, enorme y pestilente llaga que abarcaba la mitad del pie derecho. Joseph pagó unas noches en una posadita, pero al cabo de unos días, la dueña lo encontró inconsciente en coma diabético, el pie espantosamente fétido, y lo mandó en la Cruz Roja al Hospital Regional de esta ciudad.
Allí estuvo tres semanas, pero no aceptaba los tratamientos, las medidas radicales que estaban indicadas ante una lesión ulcerosa profunda e infectada, mal oliente llamada Complejo de Pie Diabético con Ulcera Wagner tipo IV, que requería la amputación de pie, quizás hasta arriba de la rodilla. Sabedor el turista del número y gravedad de sus enfermedades, antes de salir de su país había firmado documentos en ingles llamados 1. “Deseos ante la Enfermedad” y otro de 2. “Instrucciones para después de la muerte” con los que andaba en su maleta. Ante la falta de poder comunicarse ampliamente con doctores y enfermeras y después de tres semanas de internamiento tuve la oportunidad de conocerle, y me lleve una muy grata sorpresa: un hombre culto, amable, con gran sentido del humor y decidido a sobrellevar con valentía cualquier desenlace que hubiera, aun la muerte misma.
Lo traslade a otro pequeño sanatorio particular donde vivió una semana mas, con cuidados paliativos, medidas de sostén y sólo los medicamentos básicos para su vida, todo el tiempo se resistió a las medidas drásticas y los métodos invasivos. Nos pidió morir una muerte digna, sin dolor y en la comodidad de su cuarto en el “Hospitalito de Caridad”.
Luego vino la parte de comunicación, llamadas a la Embajada, despedida de sus familiares por teléfono, llanto y plegarias de parte de ellos, temple y firme decisión de parte de él. Al contrario de lo que muchos piensan, no todos los estadounidenses, los gringos, y europeos son unos millonarios llenos de paga, no no es así, sufren escasez, penurias igual que cualquiera y sus familiares, por más que lo extrañaban, no tenían los recursos para venirlo a acompañar. En ese trance, Joseph agradecía los rezos de las monjas y la oportunidad de confesarse con un sacerdote, y así, con serenidad y confianza en Dios, le llegó la muerte.
Me tocó también la parte de la Funeraria, asumir las decisiones, la carroza fúnebre, la cremación y el envió de cenizas a su tierra, que es en lo que estamos ahora. La Embajada estadounidense está facilitando la comunicación entre la familia y la funeraria para que las cenizas de Joseph puedan emprender la peregrinación de vuelta al seno de su familia, para esparcirse en el jardín de su querida hermana que le llora y extraña.
Se agradece al personal del Hospital Regional la atención y apoyo, al “Hospitalito de Caridad” por su comprensión para permitirle al paciente estando internado su última voluntad en forma digna, y a la “Funeraria La Piedad” por los diligentes y amables servicios para el manejo del cadáver hasta su cremación y próximo envío de cenizas con su familia a su país.
Cada vez San Cristobal va a ir acostumbrándose convivir mas con extranjeros, a atender una serie de casos similares pues en unos meses me dicen en la funeraria han muerto por muerte natural varios, viajando en el autobús por Oxchuc camino de Palenque una turista europea, en su habitación de un hotel otro turista israelí, y en diferentes partes varios estadounidenses. En la medida que esta ciudad se vuelve más cosmopolita y recibe a cientos de turistas extranjeros, en esa medida también está aprendiendo a lidiar con procesos de salud, enfermedad y muerte de personas de otros países y continentes. Finalmente “Uno es todo el Genero Humano” lo dijo Monseñor Flores ¿se acuerdan?
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