María del Carmen Franco García
En años recientes se puso de moda el “reality show” en programas de televisión y resultó un éxito en términos de teleaudiencia, ya que los impulsores de este tipo de programas explotaron el pobre nivel de educación y el morbo de millones de mexicanos. Comenzaron con programas como “Cristina” en los que se ventilaban casos supuestamente reales de parejas infieles, de familias promiscuas y de personas con diversos tipos de perversiones entre muchos otros temas amarillistas. Ensayaban el espectáculo y lo presentaban con todo sensacionalismo para que el público ahí presente (de escasa formación intelectual) expresara su postura al respecto con el ánimo alterado y así contribuyera al “reality”.
Programas parecidos le han sucedido uno tras otro como el “big brother”, “la academia”, “doce corazones” y muchos más en los que se ventila y se explota la vida privada de los protagonistas a la vez que se les manipula de manera escandalosa con su consabida dosis de pornografía. Los productores han logrado despertar el gusto en muchos televidentes por estos espectáculos denigrantes que están abonando de manera alarmante a la descomposición social que vivimos en México.
La falta de conciencia y la ambición desmedida de los empresarios televisivos les han llevado a ignorar los lineamientos legales de los medios masivos de comunicación, mismos que deben formar, informar, orientar y recrear sanamente, sin embargo en la realidad es permitido que hagan todo lo contrario, de ahí que se haya llegado a llamar a la televisión la “caja idiotizadora”.
Lo que resulta imperdonable es que los propios legisladores ahora sean los protagonistas de estos “reality” en el recinto de la Cámara de diputados o de senadores. Sus sesiones son espectáculos denigrantes, son una muestra fidedigna del miserable nivel de educación en México. Justamente entre nuestros legisladores y entre los políticos en general, están los principales ejemplares de esta grave deficiencia. Calderón se rasga las vestiduras manifestándose indignado ante lo que dice bajo nivel de debate de los legisladores, aunque por debajo del agua es el mismo quien está provocando los enfrentamientos, avalando acuerdos sucios y pactos traidores que traicionan a los mismos mexicanos. Y somos los mismos mexicanos quienes tenemos acceso por medio de la televisión a estas escenas grotescas que protagonizan los políticos en los recintos legislativos, cuando lo que deberíamos estar viendo es la defensa de importantes posturas ideológicas expresadas mediante el debate respetuoso. Podríamos ver los ánimos caldeados defendiendo criterios para legislar a favor de sus representados, pero lo verdaderamente grave es que se pelean por sus PROPIOS BENEFICIOS. Lo que disputan son los votos y el poder, a costa del aumento de la pobreza. Ya lo han reconocido con todo descaro: El PRI y el pan negociaron el paquete fiscal para los mexicanos a cambio de la no alianza del pan con otros partidos. Esto no puede ser más que el colmo de la maldad y el cinismo; la podredumbre en su máxima expresión. Ahora que estos legisladores han constatado el éxito de los espectáculos de “reality show”, hacen una imitación de éstos retándose públicamente como lo hicieron Beatriz Paredes, César Nava y el mismo Peña Nieto para someterse a la prueba del polígrafo, cuando ni falta les hace ya que sabemos que los tres son unos grandes farsantes y engaña tontos. Es preocupante saber que si en los citados recintos sucede esto, que podemos esperar de lo que sucede en las salas de cabildos, en las asambleas públicas, en las instituciones educativas y en otros espacios donde se expresan y se debaten ideas. Cuántas degradantes escenas llenas de violencia y faltas de respeto y de educación, hemos presenciado o hemos sabido que se producen ahí.
Tengo que decir que algunos pocos legisladores se salvan. Existen algunos (a nivel federal) preparados y comprometidos con la sociedad mexicana pero son una pequeñísima parte. Cada vez se hacen diputados, senadores, regidores, alcaldes, etc., las mujeres o los hombres más indignos, más ignorantes, más corruptos o más cínicos; y ellos son los que nos REPRESENTAN. ¡Cómo estaremos los representados si esos son nuestros representantes!
¿Por qué se da en nuestro país este fenómeno y va en aumento? Porque las personas que tienen la capacidad y que podrían hacer un papel decoroso en estos puestos se decepcionan de la política, que bien dicen, apesta.
Y apesta porque hay que corromperse para poder lograr obtener el puesto. De esa manera ¿cómo vamos a poder tener a personas honorables en los puestos públicos importantes?
¿Tendremos que resignarnos a soportar más degradación?
¿No tendremos otra salida de este mugrero?
Es urgente arrancar de raíz este mal que nos está invadiendo; si seguimos aceptando en los puestos públicos a personas incompetentes, corruptas y oportunistas acabaremos tan hundidos que perderemos definitivamente oportunidad de vivir dignamente.
Ya empiezan otra vez a pedirnos nuestro voto, esta es nuestra oportunidad de decir NO a más ignominia. No aceptemos a quienes han demostrado solamente ambición de dinero y de poder, a quienes han demostrado falta de escrúpulos, a quienes han abusado de nuestra casa que es San Cristóbal, a quienes han demostrado falta de capacidad y de compromiso. Si no proponen a personas con calidad moral (para empezar) y no nos dejan proponerlas, DEBEN recibir de una vez por todas, el rechazo de la población San Cristobalense.
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